DOMINO Y ALGO MAS (217)

22.02.2012 16:07

 

A continuación transcribo el correo que, desde España me hiciera llegar Fernando Ballester:

 

“Saludos desde España, Dr. Ignacio.

Quería comentarle, una jugada hecha aquí en España, en que la dan, como la jugada buena, puesto que cogieron 47 puntos y Yó creo que no es la correcta, por eso y si dispone de tiempo, me agradaría que me dijera qué ficha en su primera jugada Usted se jugaría.

SALE J1  3/3

          J2  3/1 con pensada previa

          J3  1/0 con pensada previa

          J4  tenía el siguiente juego 6/6 0/0 0/2 0/3 0/4 0/5 0/6

J4, en su primera jugada cuadró a treses y cogieron 47 puntos, contando todas las fichas el resto de las fichas no he podido saber cuales eran.

Reciba un cordial saludo desde España.

Fernando Ballester.”

 

Sin lugar a dudas, tienes razón Fernando, el “cuadro” a tres no es la jugada correcta. Más aún, no tiene sentido, ni explicación. Es un capricho, una arbitrariedad.

 

Para empezar, y antes de entrar en el análisis de la jugada propiamente dicha, es menester señalar algunos aspectos de las jugadas previas, a saber:

 

A) La jugada del segundo jugador del 3/1 “con pensada previa” es contraria al Principio atinente a “Castigar por encima la salida del contrario”, ya que sugiere la presencia de otra ficha del “palo” tres en su “mano”, por encima del tres, lo cual de ser cierto, es la ficha que (en principio) debería haber colocado.

 

B) La jugada del tercer jugador del 3/0 “con pensada previa” es contraria al Principio atinen a “Indicar lo que se tiene”, ya que sugiere la presencia de otra ficha del “palo” uno en su “mano”, distinta al blanco, lo cual de ser cierto, es la ficha que (en principio) debería haber colocado.

 

Dicho lo anterior pasemos de seguidas a la primera jugada del cuarto jugador.

 

La “mano” del cuarto jugador presenta seis elementos del mismo “palo”, seis fichas del “palo” blanco, que sumadas al 1/0 colocado por el tercer jugador, convierten al cuarto jugador en dueño único y absoluto de todas las fichas del “palo” blanco. Las tiene todas. Más nadie tiene blancos.

 

Esta situación, por demás inusual, significa que en todas sus jugadas, menos la del 6/6, está obligado, está forzado a colocar fichas del “palo” blanco.

 

En atención a lo antes indicado, la jugada correcta, lógica, racional, entendible y explicable es “cuadrar” con el 3/0 a blanco. Al proceder así, se produce el “pase” de los demás jugadores, con lo cual gana un tiempo en el desarrollo, y vuelve a jugar, quedando con cinco fichas, una menos que cada uno de los otros jugadores.

 

Luego de producido el “pase” de los tres jugadores restantes, en su siguiente movimiento, debe indicar el “palo” de la ficha sobrante del “violín”, esto es, la que no es del “palo” blanco, en este caso el seis, ya que la ficha sobrante es el 6/6. De modo que debe colocar el 0/6, y mantener el 0/0 como defensa ante la eventualidad de no poder “cuadrar” nuevamente a blanco en su siguiente turno, o no poder colocar el 6/6, manteniendo así el dominio total sobre dicho extremo del dominó colocado en la mesa, dado que sólo él, y nadie más qué él puede jugar por dicho extremo.

 

Adicionalmente a lo antes dicho, con el “cuadro” a blanco con el 3/0 se cumple con el Principio atinente a “Indicar lo que se tiene”, así como también con el de “Castigar los palos iniciados por el contrario”, y el de “Crear dificultades al contrario”, amén de que, en el peor escenario, el cuarto jugador con el “cuadro” a blanco se asegura cuatro jugadas, a saber: la del 3/0 a blanco, la del 0/6, la del 0/0 y la eventual castigada del blanco con el “palo” más indicado según lo que haya sucedido en el desarrollo de la “mano”.

 

Con el “cuadro” a blanco con el 3/0 el cuarto jugador procede en función de lo que conoce, de lo que tiene (su posesión de todos los elementos del “palo” blanco”), y en concordancia con el Criterio atinente al “Aprovechamiento de la fuerza”. Actuar de modo contrario y “cuadrar” con el 3/0 a tres, carece de fundamento. Es renunciar a la racionalidad y a la propia responsabilidad. Y es, en definitiva, dejar a la suerte, a lo imponderable, el devenir de la “mano” y su resultado. Ni más, ni menos.

 

 

Por: Ignacio Zaibert